Para los buenos momentos, GRATITUD.
Para los malos, ESPERANZA.
Para cada día una ILUSION
y siempre, siempre... FELICIDAD.
¡Feliz Navidad y que el nuevo año haga realidad tus sueños!
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sábado, 23 de abril de 2011
martes, 8 de febrero de 2011
Yo soy de los Reyes Magos
Hacia tiempo que no me reía tanto. Vía Territorio Creativo llego a yosoydelosreyesmagos.com. Se trata de una campaña montada por los chicos de La Despensa. En la misma, con una web curradísima y superparticipativa, desatan una campaña contra el gordo impostor de Santa Claus, que pretende suplantar el papel de nuestros queridos Reyes Magos. Atención al Manifiesto y a la Cara Oculta de Papa Noel.
Evidentemente no falta el recurso al tono para el móvil. La lucha contra el fenómeno globalizador de Papa Noel exige nuestra colaboración económica.
Me parece una fantástica muestra de creatividad. Una excelente demostración de sus posibilidades a potenciales clientes.
El Blog Salmón
Evidentemente no falta el recurso al tono para el móvil. La lucha contra el fenómeno globalizador de Papa Noel exige nuestra colaboración económica.
Me parece una fantástica muestra de creatividad. Una excelente demostración de sus posibilidades a potenciales clientes.
El Blog Salmón
miércoles, 2 de febrero de 2011
Feliz año nuevo
Era guapísima, pensó. La mujer más guapa del mundo. Un vestido negro, escotado por detrás, el pelo recogido en la nuca. Unos ojos grandes e inteligentes que lo miraron de esa manera singular con que miran algunas mujeres, como si se pasearan por dentro de ti, escudriñándote cada rincón, y esa certeza te erizara la piel. No sabía cómo se llamaba, ni quién era. Ni siquiera si estaba con otro. Pero comprendió que era ella. Así que venció el nudo que se le había hecho en la garganta y dijo aquí te la juegas, chaval, te juegas el resto de tu vida, y a lo mejor haces el ridículo más espantoso; pero sería peor no intentarlo. Así que se fue derecho hacia ella, recorriendo esos cinco últimos metros que ningún hombre inteligente franquea si no son los ojos de la mujer los que invitan a recorrerlos. Hola, me llamo tal, dijo, y no me perdonaría nunca dejarte salir de mi vida sin intentarlo. Ella lo miró despacio, evaluando su sonrisa algo tímida, la manera sencilla que tenía de estar de pie ante ella, encogiendo un poco los hombros como diciéndole ya sé que lo hemos visto muchas veces en el cine y por ahí, pero no puedo evitarlo. Te pareces a esas cosas que uno sueña cuando es niño.
Lo consiguió. La felicidad le estallaba dentro y el mundo y la vida eran una aventura maravillosa. Bailaron, rieron. Compartieron sus mundos e hicieron que éstos empezaran a fundirse el uno con el otro. Música, cine, viajes, libros. Tiene cosas que yo necesito, pensó. Cosas que a mí me faltan. A veces se quedaban callados, mirándose un rato largo, y ella sonreía un poco, casi enigmática. Quizá se sienta como yo me siento, pensó él. Tocó su piel, rozándola con precaución al principio. Acercaron los rostros para conversar entre la música, acarició su cabello, respiró su aroma, asimiló cada registro de su voz. Algo hice para merecerla, pensó de pronto. Los años de colegio, la facultad, el trabajo, la lucha por la vida. Sentía que era un premio especial; que una mujer así no caía del cielo a cambio de nada. Eso lo hizo sentirse más seguro, más cuajado y adulto. Y en sólo unas horas, maduró. Se hizo lúcido y se dispuso a merecerla.
Llegaron las campanadas. Ding, dang. Todos bailaban y reían, brindaban, chocaban las copas salpicándose de champaña. Feliz 2001. Feliz año nuevo. Él nunca había sido muy sociable; tenía sus ideas sobre las fiestas de año nuevo en general y sobre la Humanidad en particular, y no eran ingenuas en absoluto. Sin embargo, aquella vez amó a sus semejantes. Los habría abrazado a todos. Con la última campanada ella se quedó mirándolo en silencio, la copa en la mano, la boca entreabierta, y él se inclinó sobre sus labios. Sabían a champaña y a carne tibia, ya futuro. Alrededor los amigos aplaudían y bromeaban sobre el flechazo. Ellos seguían mirándose a los ojos y se besaron de nuevo, ajenos a todo. Y más tarde, rozando el alba, la acompañó a su casa. Se besaron de nuevo en el portal, mucho rato, y él regresó a casa caminando en la luz gris del amanecer, las manos en los bolsillos, sintiendo deseos de dar pasos de baile, como en las películas. Estaba enamorado.
Pasaron los meses y se amaron con locura. Ella estaba en el último año de carrera; él, a punto de conseguir el trabajo soñado durante muchos años. Viajaron juntos y hubo un verano maravilloso, el mar, los paseos por la playa, las noches cálidas. Cuando estaban juntos apenas necesitaban otra cosa. Ella se le aferraba, jadeante, sus ojos muy abiertos cerquísima de los suyos, abrazándolo como si pretendiera hundírselo para siempre en las entrañas. Te amaré toda mi vida, dijo él. Me parece que deseo un hijo dijo ella. Que se parezca a ti. Que se nos parezca. El mundo era una trampa hostil, pero podía ser habitable después de todo. Era posible, descubrieron sorprendidos, construir un lugar donde abrigarse del frío que hacía allá afuera: un refugio de piel cálida, de besos y de palabras. A veces se imaginaban de viejos, con nietos, libros, un pequeño velero con el que navegar juntos por un mar de atardeceres rojos y de memoria serena.
Aquel año consiguió el trabajo por el que había luchado toda su vida. Un puesto de responsabilidad en una multinacional importante. El primer día que fue al despacho, al llegar a su mesa situada junto a la ventana con una vista maravillosa de la ciudad, pensó que había llegado a algún sitio importante, y que el triunfo también era de ella. Tenía que compartir ese momento, así que descolgó el teléfono y marcó el número de la casa donde ahora vivían juntos. Estoy aquí, lo he conseguido. Estoy en la cima del mundo, dijo, y te quiero. Mientras hablaba sus ojos se posaron, distraídos, en el calendario que estaba sobre la mesa: martes 11 de septiembre. Luego se volvió a mirar por la ventana. El día era hermoso, los cristales de la otra torre gemela reflejaban el sol de la mañana, y un avión enorme se acercaba volando muy bajo.
lunes, 3 de enero de 2011
Nochevieja en la Puerta del Sol
Nochevieja. Como todos los finales de año, nuestra Puerta del Sol se convierte en la protagonista del país. La tradición dice que cuando se acerque la medianoche, los madrileños y los no madrileños, se acerquen de manera real o virtual a esta plaza para despedir al compás de las campanadas el año viejo.
El artículo de hoy no pretende aportar información novedosa sobre las costumbres que se llevan a cabo todos los 31 de diciembre. Sólo pretende mostrar una secuencia de imágenes de la Puerta del Sol, sus principales edificios y transformaciones a lo largo de los años.
Es un vídeo que recorre alguno de los hitos que sucedieron en este escenario a lo largo de la historia de Madrid. Instantáneas que nos transportan a otros tiempos y que -a muchos- nos devuelve con nostalgia los recuerdos del pasado.
El montaje va a compañado musicalmente de uno de los símbolos del pop español, “Un año más” de Mecano. Desde Ediciones La Librería queremos decir adiós a 2010 (no felicitarlo como se dice en el vídeo) y desear a todos lo mejor para el nuevo año que comienza muy pronto.
a través de Historia de Madrid
http://www.historiademadrid.com/
El artículo de hoy no pretende aportar información novedosa sobre las costumbres que se llevan a cabo todos los 31 de diciembre. Sólo pretende mostrar una secuencia de imágenes de la Puerta del Sol, sus principales edificios y transformaciones a lo largo de los años.
Es un vídeo que recorre alguno de los hitos que sucedieron en este escenario a lo largo de la historia de Madrid. Instantáneas que nos transportan a otros tiempos y que -a muchos- nos devuelve con nostalgia los recuerdos del pasado.
El montaje va a compañado musicalmente de uno de los símbolos del pop español, “Un año más” de Mecano. Desde Ediciones La Librería queremos decir adiós a 2010 (no felicitarlo como se dice en el vídeo) y desear a todos lo mejor para el nuevo año que comienza muy pronto.
a través de Historia de Madrid
http://www.historiademadrid.com/
Para empezar el año, un chocolate en San Ginés
Hoy queremos felicitar el año 2011 a todos nuestros lectores e invitarles a que tomen una de las especialidades madrileñas de estas fechas. En Madrid es habitual que, tras la larga noche de Fin de Año, se reciba al nuevo día tomando una taza de chocolate bien caliente acompañado de unos churros o unas porras.
No se conoce muy bien el origen de estos ricos y sabrosos alimentos, pero se suele situar a principios del S. XIX. El secreto para obtener una buena masa es mezclar en riguroso orden sus ingredientes: harina de trigo, sal y agua caliente. El paso final es freirlos en aceite bien caliente hasta dejarlos doraditos y después dejarlos escurrir.
Son muchas las churrerías con solera que permanecen en Madrid. Algunos ejemplos son la “Sanz” en la Calle Cervantes, “La Maja” en Luisa Fernanda, “Santa Teresa” en la calle del mismo nombre, “La Encarnista” en Meléndez Valdés, “Mingoarranaz” en Felipe II, etc.
Pero si hay una chocolatería tradicional en Madrid y que es raro que no esté llena hasta los topes en estas fechas ésa es San Ginés, situada en el pasaje del mismo nombre. Abrió en 1894 en el local de un antiguo mesón y desde entonces lleva más de un siglo de historia dedicándose a servir chocolates exquisitos.
Es el establecimiento que más horas abre al día, en total veintidós y media. Se estima que diariamente se sirvan en San Ginés un millar de tazas de chocolates con churros. Su clientela es de toda condición, se juntan los madrugadores que antes de trabajar no renuncian a sus delicias con los noctámbulos que acaban allí el día.
a través de Historia de Madrid
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